21 oct 2009

LA ESTRUCTURA DEL PODER Y DOMINIO MUNDIAL




El sistema de la Deuda Externa como instrumento de coloniaje sobre los pueblos no es casual ni surgió espontáneamente. Se trata de un sistema, por cuanto se encuadra dentro de un conjunto de objetivos políticos verificables que emanan de grupos compactos identificables; se trata de un instrumento por cuanto obliga legalmente a los Estados deudores a llevar adelante políticas antisociales e ilegítimas; y, por último, no es ni casual ni espontáneo por cuanto emana de los centros de planeamiento geopolítico y geoeconómico de las fuerzas que imponen la globalización.
Esos centros conforman una red de administración del poder real que tiene como nódulo principal al Council on Foreign Relations – "CFR" (Consejo de Relaciones Exteriores) – fundado en los Estados Unidos en 1921 tras la primera guerra mundial. El mismo ha hecho sentir su poderosa influencia sobre un conjunto de hechos clave que han marcado la historia de este siglo y conducido al mundo a la etapa crítica del "nuevo orden mundial" autocrático que hoy se erige detrás de la fachada de la "globalización".

POR: Adrian Salbuchi

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EL ROL ESPECIAL DE LOS ESTADOS UNIDOS EN NORTEAMERICA

Dado que Estados Unidos es hoy la única superpotencia del planeta, resulta razonable suponer que la estructura de poder mundial – pues de ello se trata – que administra el gobierno mundial, lo hace transitoriamente desde el propio territorio y estructura política y económica de los Estados Unidos. Ello no implica que el pueblo estadounidense necesariamente forme parte de este esquema, sino más bien que lo conforman sus elites y clase dirigente; el así llamado Establishment. Se trata, entonces, de poderes que operan dentro de Estados Unidos (como también lo hacen dentro del Reino Unido, Francia, Alemania, Japón, España, Argentina, Brasil y Corea), pero no necesariamente pertenecen a los Estados Unidos (como sus contrapartidas en otras naciones tampoco representan a esos pueblos, ni obedecen necesariamente a sus intereses).
Para comprender como funciona realmente Estados Unidos, conviene recordar que sus políticas – especialmente su política exterior – se administran desde Washington DC (ellos mismos se refieren a su gobierno como "The Administration") que es la sede del poder formal. Sin embargo, el verdadero gobierno estadounidense impera desde Nueva York, sede del poder real. Ello es comprensible puesto que el poder real requiere de una sólida e ininterrumpida continuidad y consistencia para poder llevar a cabo complejas estrategias en el espacio y el tiempo que abarcan a todo planeta y se proyectan a través de décadas enteras. Estos centros de poder rápidamente comprendieron hace ya muchas décadas que no hay nada más ineficiente e ineficaz para la continuidad y consistencia en el diseño y ejecución de estrategias políticas, económicas, financieras y sociales, que el sistema democrático que con su alto perfil público y periódicos recambios obliga a dirigentes a dar permanentes explicaciones al demos a cada paso.

Cuánto mejor resulta operar discretamente, desde lo que formalmente es un mero gentlemen’s club (3) como el CFR, del que hombres poderosos e influyentes son miembros, directivos o incluso presidentes durante décadas enteras sin tener que rendirle cuentas a absolutamente nadie, fuera de sus pares dentro de la propia organización. Así, 3.600 poderosas personas pueden ejercer una influencia gigantesca sobre incontables miles de millones de seres humanos en todo el planeta.
Se trata, en rigor de verdad, del eje central de una verdadera red de hombres y mujeres poderosos, ya que el CFR es complementado por otras organizaciones análogas tanto estadounidenses como internacionales especializadas en el estudio de asuntos geopolíticos internacionales y promover el actual modelo global: The Hudson Institute, The RAND Corporation (4), The Brookings Institution, The Trilateral Commission (5), The World Economic Forum, Aspen Institute, American Enterprise Institute, Deutsche Gesellschaft für Auswärtigen Politik, Bilderberg Group, Cato Institute, Tavestock institute, y el Carnegie Endowment for International Peace, entre otros.
Todos estos think tanks o bancos de cerebros como se los denomina en el país del norte, reúnen a los mejores hombres en sus respectivos campos a condición de que estén claramente alineados con las premisas básicas de los objetivos políticos de los globalizadores: la creación de un gobierno mundial privado, la erosión sistemática de las estructuras de todos los estados-nación soberanos (aunque no de todos de la misma manera ni al mismo tiempo, se entiende!), la estandarización sociocultural, la imposición de un sistema financiero globalizado especulativo-usurario, el alineamiento de la opinión pública mundial a través de una poderosa acción psicológica a nivel planetaria, y la administración de un sistema de guerra global que mantenga la cohesión de las masas a través del permanente azuzamiento contra algún "enemigo", sea éste real o imaginario.

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EL CEREBRO DEL MUNDO

De manera que para comprender al mundo contemporáneo, bien vale la pena evaluar y analizar lo que hace, dice y propaga el CFR, pues muchas de sus actividades no son secretas sino meramente discretas. Cualquier persona que visite su sede en la residencial Park Avenue esquina calle 68 de la ciudad de Nueva York, como lo ha hecho el autor de la presente nota, podrá obtener un ejemplar de su Memoria y Balance en el que figuran descripciones oficiales de sus actividades y la nómina de sus más de 3.600 miembros. De manera que la información está disponible para quien quiera tomarse el trabajo de pedirla y luego procesarla, analizarla y tomarse el trabajo de correlacionarla con otros datos relacionadas con esas mismas personas. Preciso es investigar la manera en que a lo largo de este siglo el CFR - sólo o en coordinación con otras organizaciones hermanadas - ha ejercido determinante influencia sobre la más amplia gama de corrientes ideológicas, eventos políticos, guerras, fenómenos de acción psicológica, crisis económicas y financieras, encumbramientos y defenestraciones de personalidades de alto relieve y otros hechos impactantes – muchos claramente inconfesables – que han marcado el rumbo de la humanidad a lo largo del tumultuoso siglo que acaba de terminar.
Es que pareciera que nos tienen a todos demasiado ocupados y fascinados como espectadores pasivos de los vertiginosos eventos y hechos que a diario se suceden en todo el mundo, como forma de asegurarse que a nadie – o al menos a pocos -, se les ocurra fijar la atención en otro lado, para identificar ya no tanto los efectos y resultados impactantes de muchas decisiones y acciones encubiertas, sino más bien los orígenes reales y concretos de esas mismas decisiones y acciones. Para el éxito de este gigantesco fenómeno de acción psicológica colectiva – pues de ello se trata –, los medios masivos de comunicación social cumplen un rol vital y esencial. Pues son ellos los instrumentos cuyo objetivo consiste en propiciar la anulación de la capacidad de pensamiento independiente y creativo entre los pueblos. Para ese fin parecieran estar CNN, CBS, NBC, The New York Times, The Daily Telegraph, Le Figaró, The Economist, The Wall Street Journal, Le Monde, The Washington Post, Time, Newsweek, US News & World Report, Business Week, RTVE, todos dirigidos por personeros del CFR y/o de sus organizaciones hermanas en otras naciones. Luego la información y opiniones que propagan son repetidas ad nauseam por todos los medios "serios" en todos los países del mundo.
En verdad, estos medios, la industria del entretenimiento y las estructuras educacionales conforman una suerte de continuum que contiene implícitamente un conjunto de ejes de acción psicológica colectiva. Podríamos decir que en términos generales una de las estrategias más importantes de dicha acción psicológica se centra en ocultar o al menos soslayar y disimular, tres realidades fundamentales que para las fuerzas globalizadoras resultan muy poco conveniente que sean debidamente conocidas y comprendidas por la opinión pública mundial y en cada país:

Cómo funcionar realmente el mundo. La opinión pública ha de pensar que el mundo funciona según lo que indican los medios de difusión; ha de creer que los gobernantes realmente gobiernan y que son elegidos por la voluntad soberana del pueblo. La realidad es muy diferente.

Que la situación de las distintas naciones puede que sea difícil pero que todo se terminará resolviendo a medida que el proceso de la globalización se enraíce. Ello conlleva implícita la idea de que la felicidad de las naciones se halla íntimamente ligada al nivel de alineamiento a las pautas y exigencias del proceso globalizador. En el caso de la Argentina, se pretende hacernos creer que las cosas están mal pero que van a mejorar; que es sólo cuestión de renegociar (¡una vez más!) los pagos de la deuda externa, que es sólo cuestión de flexibilizar alguna legislación, privatizar más empresas y reformar el Estado para que todo se resuelva como por arte de magia. La realidad es muy diferente. En el caso de la Argentina, estamos ante la probable desaparición lisa y llana de la Argentina dentro del Leviatán globalizador.
Que, nos guste o no, no existen opciones a la globalización; que la misma es irresistible, indetenible; que su poder es invulnerable y sus exigencias inapelables. Pero aquí también la realidad resulta ser muy diferente. La globalización no es tan poderosa e invulnerable como se nos la presenta. Tiene importantes contradicciones internas algunas de las cuales abordaremos en el presente ensayo y – lo más importante –, existen opciones y alternativas al modelo rígido y único que ofrece al mundo.

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